domingo, 14 de junio de 2009

“En el fútbol se aceleran muchas etapas de la vida”

Después de un año complicado por bajos rendimientos, pases frustrados y lesiones, Augusto Fernández había empezado bien este semestre. Sin embargo, en el partido frente a Racing sufrió una distensión en tobillo y todo parecía indicar que tenía que pasar por el quirófano, por lo tanto, se perdería el resto del campeonato. Pero, el cuerpo médico probó con un tratamiento y le dio resultado. Hoy ya está de vuelta en el equipo y se ilusiona con hacer una buena pretemporada para retomar su nivel en la segunda parte del 2009.
-Está claro que no hay lesiones oportunas, pero a vos te llegó justo cuando estabas pareciéndote al jugador que todos, y seguramente vos mismo, querían ver.
-Sí, me sentía bárbaro, con mucha confianza, a pleno físicamente. Eso hacía que estuviese muy bien, pero bueno, las lesiones en un jugador de fútbol llegan y son gajes del oficio. Uno nunca las elige. Y venía haciendo las cosas bien…ese nivel es el que tendré que retomar de a poco.
-A vos se te ve como una persona muy optimista, estás siempre para arriba, ¿esa personalidad ayuda para superar un período de inactividad?
-Seguro. Yo pienso que siempre hay cosas peores. Si bien a uno cuando le pasa algo cree que es lo peor, a veces hay que mirar para los costados. Tal vez la lesión podría haber sido más complicada. Me da bronca, pero tengo que tirar para adelante. Además tengo que estar bien para trasmitir buena onda al grupo.
-La gente muchas veces piensa que el jugador de fútbol está algo ajeno a las cosas que le pasan al común de la sociedad, ¿vos sos un tipo preocupado por esa problemática, por las cosas que suceden en el país?
-Sí, como argentino me preocupan. Saliendo del ámbito deportivo miro todo lo que tiene que ver con nuestro país y da mucha bronca. A la vez, también hace que uno valore más lo que tiene. Por eso disfruto el estar en River, que es uno de los clubes más grandes del mundo, del cual además soy hincha. Todo lo que venga hay que tomarlo con optimismo.
-¿Hiciste algún análisis de por qué tuviste un bajón tan pronunciado el año pasado?
-Yo soy muy autocrítico. Creo que todo jugador siempre tiene un bajón. Tuve un 2006 y un 2007 muy bueno, el 2008, pese a que conseguimos un título, en lo personal no fue tan bueno, pero es parte de la carrera. Lo importante es ser autocrítico cuando llegan los momentos malos, tomar el ejemplo de aquello que no salió bien para no repetirlo. En mi caso influyó en el rendimiento el hecho de que no pude hacer dos pretemporadas, una por lesión y otra por un problema personal. Pero ya está, vivo el presente y lo disfruto.
-¿Cuánto tuvo que ver el que permanentemente se dijera que te ibas, porque dio la sensación de que vos siempre te estabas despidiendo?
-Eso hay que reconocerlo. A mí y a toda mi gente nos desorientó un poco aquello. Porque yo ya tenía un precontrato firmado con Lazio, lo que faltaba era que me saliera la ciudadanía italiana que ya estaba al caer, pero justo se desató el lío con los pasaportes y, si bien yo estaba ajeno a todo eso, dejaron de salir los trámites y complicó la transferencia. Reconozco que en ese momento, con 23 años, siendo tan joven, las cosas se me mezclaron un poco. Hasta cierto punto me perjudicó. Igualmente no era que tenía apuro por irme de River, porque es mi casa, sino que se trataba de una linda chance. Después tuve otras posibilidades de irme al exterior, pero opté por quedarme acá.
-Antes decías que no te quisiste ir porque River había terminado último. ¿Por qué te parece que les sucedió algo así teniendo tantos jugadores importantes?
-Sinceramente es algo que mis compañeros y yo nos lo preguntamos muchas veces, pero no le encuentro algo puntual. Sí se han cometido errores, pero no hay un punto específico. Pero yo pienso que no hay que mirar hacia atrás, porque cuando uno lo hace se tropieza, sólo hay que tomarlo como algo que no debe volver a suceder. En el primer semestre tuvimos a Ariel (Ortega), a Carri (Carrizo), al Loco Abreu, por ahí ese es uno de los puntos que se puede tomar como motivo del último puesto. Pero no es todo, seguramente detrás hay otras cosas. Por supuesto que necesitamos a un referente, como quedó en claro con la llegada de Marcelo Gallardo…
-Ahora vuelve Ortega, ¿dónde nació esa amistad con Ariel?
-Cuando él volvió a River estábamos todo el día juntos, lo mismo que con Zapata. En ese momento ellos se concentraban juntos y cuando Víctor se fue a Vélez pasé concentrarme yo con él e hicimos una gran relación. Es una excelente persona. El se merece que le vaya bien. Además sabemos lo que es como jugador, fue uno de los mejores del mundo, por todo eso le deseo lo mejor. Es lo más humilde que hay. El logró un montón de cosas con River, jugó tres mundiales, y uno lo ve y es como otro pibe. Eso te da el ejemplo de que si el día de mañana lográs al menos un cuarto de todo lo que consiguió él, tenés que seguir siendo igual. Yo creo que la persona, más allá de lo que sea en su trabajo, en esencia tiene que ser la misma. Ariel es el ejemplo claro. Sinceramente nunca me gustó hablar de su problema porque es un tema que merece mucho respeto. Lo que tengo que hablar lo hago con él, pero bueno, creo que la vida siempre te pone obstáculos. No sé si para él lo son, pero ojalá que le sirva por su bien y por el de todos lo que lo quieren.
-Pasando a la actualidad de River, ¿por qué se lo ve tan irregular?
-Tal vez hay que buscar algo más de armonía. Si bien el equilibrio justo es difícil de lograrlo, tenemos una gran calidad y cantidad de plantel como para hacerlo. Debemos acoplarnos, defender bien para poder atacar con tranquilidad. Tenemos buenos jugadores también de la mitad de cancha hacia arriba. El mejor ataque es una buena defensa.
-Para cerrar, ¿qué fue lo mejor y lo peor que te pasó en el fútbol?
-Lo mejor es estar en la primera de River. Lo no tan bueno es que para llegar uno tiene que dejar muchísimas cosas, y eso no se vuelve atrás. Pero no me arrepiento. Si se podría juntar y tener lo que dejé y jugar al fútbol, alcanzaría el ideal. Igual tengo claro que para conseguir algo bueno siempre hay que dejar en el camino cosas buenas.

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