lunes, 14 de septiembre de 2009
“Cuando uno deja de jugar también deja de soñar”
Trece años después de su último partido con la camiseta de River, Matías Almeyda volvió a ser titular con la banda roja cruzándole el pecho. Aunque al equipo no le fue bien porque se vino con una derrota de Rosario, el “Pelado” “aprobó” y estuvo a punto de convertir un golazo. Este regreso, se le dio cuando casi no lo esperaba. A los 33, se cansó del ambiente del fútbol y largó todo. Se dedicó a su familia y a trabajar en el campo. Varias veces lo tentaron para ponerse nuevamente los botines y al final, lo convencieron para jugar en Fénix en Primera D. También lo quisieron sumar a algún cuerpo técnico, pero nunca eligió asumir esos compromisos. En enero pasado, lo llamaron desde Núñez. No era el momento. A mediados de agosto, habló con Gorosito. Cuando se dio cuenta, ya estaba firmando el contrato en el Monumental. La semana pasada, el volante pactó una entrevista con FSP. Ni se imaginaba que iba a estar entre los once contra Central. De repente, “Pipo” lo metió y no lo sacó más. Se convirtió en el jugador más requerido por la prensa, pero no se olvidó de la nota con nosotros y cumplió su palabra.
Decime la verdad, ¿qué pensabas a principios de agosto?
Hace un mes atrás creía que se había terminado todo. Pero, ya no pienso más en lo que pasó, sino en este presente, que lo estoy disfrutando un montón.
¿Cuáles son las sensaciones hoy?
Lo mío fue volver a nacer porque el hecho de haber vuelto al fútbol, me devolvió la felicidad, a mí y a mi familia. Ellos sufrieron mucho y hoy recuperamos la sonrisa. Tengo claro que esta es mi última etapa como jugador y por eso, me doy el gusto de disfrutar cada entrenamiento y tengo la cabeza en el partido que viene, no voy más allá. Mi deseo es que logremos ganar algo. Estoy contento de formar parte de este grupo, es un buen grupo humano, con muchos jóvenes, con ganas y realmente me siento muy feliz.
Si bien hace dos años dijiste que te retirabas, nunca te sumaste a un cuerpo técnico cuando te lo propusieron, ¿internamente sabías que ibas a volver?
Nunca me despegué del todo, me alejé porque sentí un rechazo hacia el ambiente del fútbol. Eso fue lo que me hizo mal, ahora que soy más grande me doy cuenta de que esto nunca va a cambiar. Lo importante es hacer las cosas bien desde adentro y disfrutarlo. Desde chiquito quise ser jugador de fútbol porque me divertía y hoy me sigue divirtiendo por eso lo hago.
¿Cuándo dejó de se un juego?
El día que largué, ya no me entretenía, sino que lo sufría. Era una cruz, padecía muchas cosas que hoy prefiero ni recordar. Ahora, pude volver a disfrutar del vestuario, de una charla con mis compañeros. Hoy puedo soñar otra vez, me dí cuenta de que cuando uno deja de jugar también deja de soñar.
Soñar con ganar un partido, soñar con que las cosas me salgan bien, soñar con ganar un campeonato, soñar con entrar al Monumental lleno. Todo eso se pierde y uno lo siente porque desde los seis años que hago esto.
¿Cómo hiciste para salir del pozo depresivo?
Con ayuda, de mis amigos, de mi familia y de profesionales, gente preparada para estos casos...
En general, los jugadores le escapan a los psicólogos...
Yo caí en la terapia porque solo no podía, la verdad es que me hizo muy bien y le estoy muy agradecido a mi psicóloga, Dolores.
En general, en este último tiempo se le dio otro lugar a los más grandes como Verón o Palermo
Esto le hace bien al fútbol argentino. En Europa se los respeta más y se les da un lugar importante. Acá no tanto, acá por una cuestión de negocios, se buscan pibes y al que mejor juega, lo venden enseguida. Entonces, acá juegan sólo los jóvenes. Por suerte, hoy se le está dejando lugar a los veteranos que podemos aportar algo como el amor a la camiseta, el respeto al trabajo...
Gorosito te valoró como referente del plantel
Hemos tenido algunas charlas, este es un grupo inteligente que quiere mejorar. Hablamos de fútbol, de táctica. Nos juntamos a comer y todo eso que el grupo sea fuerte. Con un grupo unido, se logran cosas importantes. Así fue en el 96 cuando ganamos todo. La unión se traslada a la cancha.
¿Qué percibís en lo futbolístico?
Por momentos, se juega bien y en otros, se cometen errores infantiles, creo que por falta de concentración. Todo eso se viene charlando, pero hablar es fácil, ahora hay que trasladarlo al campo de juego y empezar a cambiar. Pienso que estamos cerca de salir, de lograr una continuidad, pero todo pasa por la confianza.
En la Sudamericana quedaron mal parados con la derrota
Sí, para mí perdimos con el mejor equipo del fútbol argentino y se nos va a hacer complicado. Igual, en el fútbol, todo es posible.
¿Te generó algo especial verlo a Diego en esta situación por la relación que tenés con él?
Lo que no entiendo es como alguien puede pasar de la mañana a la noche de ser Dios a ser el diablo. No se cambia tanto en poco tiempo, eso habla de lo falso que es este ambiente. Esto es fútbol y no hay muchas vueltas que darle. Ojo no sólo me duele por Diego, yo miraba los distintos canales y se hablaba de que se iba. Este es un mal de los argentinos, por eso vivimos como vivimos. Hay un gran resentimiento por el otro. Por eso se ve tanta violencia, tanta mierda en la sociedad. Todo se refleja en el fútbol, que es una consecuencia de la manera de vivir que tenemos.
Volviendo a tu historia personal, , antes de hacer esta nota, recordaba que el día que debutaste estaban tus papás en la puerta del vestuario y hoy te esperan tus hijas.
Sí, es algo raro, pasaron trece años desde que me fui y me resulta extraño que el hincha todavía sienta ese cariño. Igual, mis hijas no quieren ir a la cancha porque tiene miedo que me puteen. Yo les digo que eso va a pasar, acá es imposible que no te puteen. Me pone feliz compartir con ellas este momento y que conozcan lo que es River.
Qué pasó con el proyecto del campo en medio de todo esta crisis
Tuve que cerrar todo. Me da bronca, yo tenía cinco familias que dependían de mí y tuve que cerrar todo por la situación. Dejé a esas cinco familias sin trabajo, pero porque las cosas no iban bien. Hay gente que no lo entiende porque nunca estuvo cerca y hay otros que están resentidos. No podemos vivir como en el treinta ni en los setenta. Lo que pasó, ya quedó atrás. No puede ser que nos estemos matando por nada.
¿Cómo se hace para cambiarlo?
Dando educación, pero la realidad es que depende de los políticos y nosotros tenemos que acompañarlos. Igual, yo de acá a cincuenta años no veo una posibilidad de cambio. Yo he vivido en otros países y estamos muy lejos. Es una cuestión de mentalidad, de como nos hicieron y nos formaron así por conveniencia.
Varias veces durante la nota hablaste del retiro, ¿lo tenes en mente?
Ni lo pienso, no se. Yo tengo contrato por un año y veremos hasta donde llega el cuerpo.
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